Vivir en contemplación – To live in contemplation
- Por Gabriela Rodríguez de Miguel Heredia
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- 28 ene, 2017
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El pecado original está representado por la tradición Judiocristiana con tomar el fruto del árbol del bien y del mal: La contemplación sin juicio es el paraíso. Esto es como ver el mundo a traves de unas gafas y sucias y empezar a creer que el mundo es oscuro, confuso y sucio. ¿El primer paso […]
El pecado original está representado por la tradición Judiocristiana con tomar el fruto del árbol del bien y del mal: La contemplación sin juicio es el paraíso.
Esto es como ver el mundo a traves de unas gafas y sucias y empezar a creer que el mundo es oscuro, confuso y sucio. ¿El primer paso para lavar las gafas? Ser consciente de que están sucias. ¿El segundo? Tomar acción. ¿Cómo lavamos las gafas de creencias? Preguntándonos cada vez que nuestra mente elabore un juicio, ¿esto que veo con tanta claridad es real o es una mancha en el cristal de mis gafas, es decir, es una percepción distorsionada por mis creencias? La misma duda abre las puertas a una percepción mayor, más allá de nuestras propias convicciones y nos permite mirar libres del juicio. Esta determinación, de mirar sin juzgar es tan potente como poner las gafas debajo del grifo y abrirlo. Es el primer paso. Nuestra percepción ya no es automática, hemos puesto conciencia, atención, y acción. La acción de mirar sin juzgar. Esto es lo mismo que elevar la realidad de lo que es, por encima de nuestra limitada opinión sobre la realidad. Ahora ver es lo importante y no tanto lo que vemos. Ya no estamos seguros de si mi realidad es real o es una mancha en el cristal.
Este ejercicio es liberador y transformador; donde había confusión hay orden, donde había oscuridad, hay luz y donde había suciedad ahora hay pureza.
El aro por el que nuestras creencias nos hacen pasar es por lo general muy estrecho, angosto y asfixiante. Poner nuestras creencias en cuarentena, ayunar de creencias, es una experiencia que no nos podemos perder porque nos lleva al espacioso y luminoso lugar en el que la vida se despliega en todo su potencial y esplendor.
La contemplación sin juicio es el paraíso. El pecado original es tomar el fruto del árbol del bien y del mal.
Gabriela Rodríguez de Miguel Heredia
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Original sin is represented by the Judi-Christian tradition with taking the fruit of the tree of good and evil: Contemplation without judgment is paradise.
This is like seeing the world through glasses and dirty and start believing that the world is dark, confused and dirty. The first step to washing the glasses? Be aware that they are dirty. The second? To take action. How do we wash the glasses of beliefs? Asking ourselves every time our mind makes a judgment, is this what I see so clearly is real or is it a stain on the glass of my glasses, that is, is a perception distorted by my beliefs? The same doubt opens the door to a greater perception, beyond our own convictions and allows us to look free from judgment. This determination to look without judgment is as powerful as putting the glasses under the tap and opening it. It is the first step. Our perception is no longer automatic, we have put awareness, attention, and action. The action of looking without judging. This is the same thing as raising the reality of what it is, over and above our limited opinion on reality. Now seeing is what is important and not so much what we see. We are no longer sure if my reality is real or is a stain on the glass.
This exercise is liberating and transformative; Where there was confusion there is order, where there was darkness, there is light and where there was dirt now there is purity.
The hoop through the one our beliefs make us pass is usually very narrow and suffocating. To put our beliefs in quarantine, to fast of beliefs, is an experience that we can not miss because it takes us to the spacious and luminous place in which the life unfolds in all its potential and splendor.
Contemplation without judgment is paradise. The original sin is to take the fruit of the tree of good and evil.
Gabriela Rodríguez de Miguel Heredia
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