Más vale malo conocido – The Unknown

  • Por Gabriela Rodríguez de Miguel Heredia
  • 23 mar, 2017
Sí, porque, ¿Cómo puedo elegir algo que no conozco? Lo desconocido no entra en las posibilidades, las posibilidades se reducen a lo conocido. Los pensamientos se van fosilizando en nuestras cabezas y nuestra visión del mundo con ellos. El mundo, como parte de la vida, es un fenómeno en constante movimiento y desarrollo. Nosotros, como […]
Sí, porque, ¿Cómo puedo elegir algo que no conozco? Lo desconocido no entra en las posibilidades, las posibilidades se reducen a lo conocido.
Los pensamientos se van fosilizando en nuestras cabezas y nuestra visión del mundo con ellos. El mundo, como parte de la vida, es un fenómeno en constante movimiento y desarrollo. Nosotros, como parte de la vida, también. Si pudiéramos mirar la realidad de nuestro cuerpo a través de un microscopio de vez en cuando, veríamos que todo aquello que lo forma, se transforma de instante a instante. Cada célula que forma nuestro cuerpo se encuentra en el proceso vital de nacimiento y muerte, cada una. Lo que llamo “yo”, este cuerpo con estos atributos, está siempre renovándose, naciendo y muriendo, como todo lo demás en la naturaleza. Creemos que nos conocemos perfectamente pero, ¿qué es lo que conocemos?
Quizás llamamos “yo” a las ideas que tengo sobre mí y sobre el mundo, a nuestras experiencias pasadas, a esa parte de nosotros que se deja conocer, pero conviene realizar que somos mucho más que eso, pero se nos escapa, pertenece al gran misterio de la vida que no se deja conocer, que solo se puede ser.
Los buenos científicos, acostumbrados a sorprenderse ante el constante cambio, dudan de todo lo que ven, nosotros al contrario, presumimos saberlo todo. Y en cierta manera estamos en lo cierto, lo que sabemos lo sabemos, pero en la escala de lo que se puede conocer podría representarse como un grano de arena en el desierto.
Íbamos subidos al tren de la vida, sacando la cabeza por la ventana disfrutando de las vistas, de los diferentes paisajes y sintiendo el aire en la cara, cuando de repente; ¡zas! Se nos enganchó el jersey en un cartel de fuera y nos quedamos colgados, con cara de susto, viendo lo rápido que pasa el tren. El pensamiento puede hacer eso, estancarse en viejos patrones que no nos llevan a ningún lado.
Si estuviésemos hablando del rendimiento de un coche, podríamos decir que es como tratar de hacer un buen viaje con el freno de mano medio puesto. El coche avanza malamente, algo raro pasa. “Vaya mierda de coche” me digo… El coche está perfecto, no es culpa del coche, pero no me doy cuenta “Mejor echarle la culpa al coche que a mí falta de atención” Cada día que pasa con el freno de mano echado, el coche va peor, se está deteriorando la maquinaria, al final la realidad coincide con mi pensamiento, “¡vaya mierda de coche!” Y el freno de mano sigue puesto.
Otro ejemplo que me viene a la cabeza, es una casa nueva, vacía, limpia y espaciosa, así, como la vida, un espacio de potencial ilimitado disponible para ti. Nuestros pensamientos serian la decoración y los objetos del interior. Ellos definen nuestro estilo, nuestro gusto, nuestras preferencias, nuestras costumbres, nuestras opiniones, nuestros deseos, nuestros proyectos, nuestra organización, nuestro orden o desorden, En definitiva, la realidad que habitamos. Esa casa vacía, en poco tiempo se puede convertir en un lugar incomodo, tan lleno de cosas que no hay quien este. Tengo tantas cosas amontonadas que ya hasta las ventanas están bloqueadas y no puedo abrirlas, ni entra luz… El jardín está lleno de recuerdos y ya no puedo salir. He acumulado tanto que ya no tengo espacio. Estoy agobiado, no me gusta mi casa, me parece muy pequeña e incómoda, quiero otra más grande y mejor…Una vez más, no nos damos cuenta de que somos nosotros los que hemos convertido ese espacio en lo que es. Somos sus creadores.
Se nos ha dado un espacio, ¿qué hacemos con él?
El pensamiento de identidad, el que nos dice lo que somos y lo que no, tiene algo de arqueológico también, porque suele ser de otra época, herencia de nuestros antepasados, algo que, cuanto más tiempo tiene más valioso es, tan valioso que no puedo cuestionarlo. Estas figuras decorativas, que determinan lo que soy, y que nos definen, son identificaciones que en muchos casos ocupan tanto que no dejan espacio para nada nuevo. Estamos identificados con nuestros pensamientos, con fósiles del pasado. Igual estas figuras no son auténticas, igual son falsificaciones, copias baratas, pero ahí están, ocupando y delimitando nuestro espacio.
¿Podemos por un instante pararnos y colocarnos en lo desconocido de nosotros, y habitar el espacio de potencial ilimitado que somos? Sin palabras, sin pensamientos del pasado, sin imágenes.
Lo extraordinario del tren de la vida es que no se pierde nunca,  siempre está aquí para que peguemos el salto y nos subamos de nuevo.

Gabriela Rodríguez de Miguel Heredia

                                     –

Yes, because, how can I choose something that I do not know? The unknown does not enter the possibilities, the possibilities are reduced to the known.
The thoughts are fossilizing in our heads and our vision of the world with them. The world, as part of life, is a phenomenon in constant movement and development. We as a part of life, too. If we could look at the reality of our body through a microscope from time to time, we would see that everything that forms it transforms from moment to moment. Every cell that forms our body is in the vital process of birth and death, each. What I call “I”, this body with these attributes, is always renewing itself, being born and dying, like everything else in nature. We believe that we know each other perfectly, but what do we know?
Perhaps we call “I” to the ideas I have about myself and the world, our past experiences, that part of us that is allowed to know, but it is convenient to realize that we are much more than that, but it escapes us, belongs to the great Mystery of life that is not let know, that can only be.
Good scientists, accustomed to be surprised at the constant change, doubt everything they see, we, on the contrary, presume to know everything. And in a way we are right, what we know we know, but on the scale of what can be known could be represented as a grain of sand in the desert.
We were on the train of life, pulling our head out the window enjoying the view, the different landscapes and feeling the air in the face, when suddenly; Breasts We were hooked the jersey in an outside sign and we were hanging, with a startled face, seeing how fast the train passes. Thought can do that, stagnate in old patterns that lead us nowhere.
If we were talking about the performance of a car, we could say that is like trying to make a good trip with the hand brake half put. The car goes badly, something weird happens. “Go fuck the car” I tell myself … The car is perfect, it’s not the car’s fault, but I do not realize “Better blame the car than me inattention” Every day that passes with the handbrake thrown, The car is worse, the machinery is deteriorating, in the end reality coincides with my thinking, “fucking car!” And the parking brake is still on.
Another example that comes to mind, is a new house, empty, clean and spacious, as well as life, a space of unlimited potential available to you. Our thoughts would be the decoration and interior objects. They define our style, our taste, our preferences, our customs, our opinions, our desires, our projects, our organization, our order or disorder, In short, the reality that we inhabit. That empty house, in a short time can become an uncomfortable place, so full of things that there is no one this. I have so many things piled up that even the windows are blocked and I can not open them or enter the light … The garden is full of memories and I can not leave. I have accumulated so much that I no longer have space. I am overwhelmed, I do not like my house, I find it very small and uncomfortable, I want another bigger and better … Once again, we do not realize that it is we who have made that space into what it is. We are its creators.
We have been given a space, what do we do with it?
The thought of identity, which tells us what we are and what does not, has something of an archaeological also, because it is usually from another time, our ancestors inheritance, something that, the longer it has the more valuable it is, so valuable that it I can question it These decorative figures, which determine what I am, and which define us, are identifications that in many cases occupy so much that they leave no room for anything new. We are identified with our thoughts, with fossils of the past. Even these figures are not authentic, they are fakes, cheap copies, but there they are, occupying and delimiting our space.
Can we for a moment stand and place ourselves in the unknown of ourselves, and inhabit the limitless potential space that we are? No words, no thoughts of the past, no images.
The extraordinary thing about the train of life is that it is never lost, it is always here for us to hit the jump and go up again.

Gabriela Rodríguez de Miguel Heredia

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